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La admisión en una institución que practica el psicoanálisis

Los autores (*) nos proponen pensar el dispositivo de admisión que funciona como un espacio de trabajo continuo.
Una experiencia clínica en la que ya se articulan los principios del psicoanálisis, en tanto el consultante llega a la institución con la demanda de ser escuchado en su padecimiento, suponiendo poder encontrar alivio en ese trámite a su malestar. Lo plantean como un momento clínico intermedio, tanto para el que consulta como para la institución. Un espacio en el que se da la articulación del adentro con el afuera


“El psicoanálisis, coincidiendo al respecto con la experiencia común, muestra que no hay nada más necio que un destino humano, o sea, que siempre somos embaucados.” Jacques Lacan

El dispositivo de admisión funciona como un espacio de trabajo continuo que nos permite, a partir de nuestra práctica, pensar la operatoria en la entrevista de admisión; interrogar, investigar y precisar los usos de la misma.

Si bien la denominada entrevista de admisión no está incluida en los desarrollos de la teoría psicoanalítica, la abordamos en este marco haciendo un uso particular de la misma. Partimos de conceptualizarla como una experiencia clínica en la que ya se articulan los principios del psicoanálisis, en tanto el consultante llega a la institución con la demanda de ser escuchado en su padecimiento, suponiendo poder encontrar alivio en ese trámite a su malestar.

Es un momento clínico intermedio, tanto para el que consulta como para la institución. Un espacio en el que se da la articulación del adentro con el afuera.

Sostenemos que en el necesario entrecruzamiento del discurso amo, propio de lo institucional, y el discurso psicoanalítico. El analista admisor no es un funcionario del dispositivo, sino que haciendo un buen uso de la norma, decide su práctica situada por el deseo del analista.

En ella el analista intentará orientarse en la posición subjetiva de quien consulta, en la modalidad de su goce y delinear una aproximación diagnóstica de estructura. Con su operación de lectura del despliegue discursivo del consultante y sus intervenciones, apostará a la emergencia del sujeto.

Le damos la bienvenida a un consultante que quiere convertirse en paciente e intentamos maniobrar para que se comience a balizar el camino hacia un análisis.

El analista interviene de diferentes modos y según la particularidad del caso con su presencia, su silencio, sus intervenciones y con el punto de corte, como uno de los modos de finalización de la entrevista de admisión, en un intento de poder singularizar aquello que se demanda más allá de los dichos; ubicar la posición en el decir del consultante.

Creemos que ese momento clínico puede ser la oportunidad –siempre contingente– del encuentro con un analista y si se produce, será con plenitud de consecuencias. El consultante puede llegar transitando una vacilación fantasmática pero también puede suceder que algo de lo real se cuele en ese encuentro y dicha vacilación sea su efecto. Conmoción subjetiva en el inicio que nos conecta con las consecuencias de la desregulación de la distancia con lo real en ese caso particular.

Tal y como lo entendemos, uno de los desafíos de la tarea de admisión es no propiciar el desarrollo transferencial, en tanto hay pocas chances de que el paciente continúe su tratamiento con quien lo recibe en admisión.

Favorecer que surja el deseo de volver por más; que algo traccione para su retorno, pero que el consultante consienta la derivación a otro analista. Atendiendo a esta y otras premisas, la admisión tendrá un momento de concluir, un momento lógico más allá del tiempo cronológico.

Finalizada la entrevista, el dispositivo requiere que el analista admisor haga la transmisión oral de su lectura de lo escuchado, de la lógica de ese acontecimiento clínico al futuro practicante que tomará el caso. Que le revele algo de la singularidad, del detalle, de las sutilezas de ese encuentro. Intentar localizar lo pulsional en sus manifestaciones y transmitirlo.

Al analista que toma al paciente en tratamiento, esta transmisión le permite capitalizar la operación llevada a cabo en ese importante momento clínico que condujo el analista admisor.

La admisión tiene una lógica propia y el analista opera desde la perspectiva del acto. Dado el caso, puede suceder que diga “nada” que no es lo mismo que callarse, en el intento de hacer intrusión en los dichos del consultante y empezar a conmover los sentidos que aporta.

Graficaremos con una viñeta varios aspectos de lo enunciado:

Una mujer de 58 años llega a la admisión diciendo “vengo por mi hijo con quien vivo, tiene 33 años y lo adopté de bebé… pero con el tiempo se fue distanciando hasta ahora, que prácticamente ya no tiene relación conmigo; ya no me cuenta nada y casi no me habla”.

Relata que lo puso en conocimiento de la adopción más allá de que el padre no estaba de acuerdo: “yo sentía que debía decirle y a los 18 años no aguanté más y se lo dije”.

El analista admisor interroga “¿Es la primera vez que consulta?” A lo que manifiesta que lo hizo en otras oportunidades y que siempre fue “por estar sola”.

Refiere que está separada del padre adoptivo de su hijo desde hace seis años y que ella supone que su hijo pudo haberse distanciado porque a los 12 años se enteró de que su papá tenía otro hijo de su misma edad con otra mujer.

El admisor vuelve a intervenir “¿Y a usted que le pasó con esto?”. Dice “Yo ya me sentía muy sola”.

Ante este dicho se da por concluida la entrevista y se le enuncia que se le van a pedir algunos datos para terminar de completar la carátula de la Historia Clínica.

Acuerda con la propuesta y al llegar a la pregunta “¿Con quién convive?” Responde “Sola”. Con un claro efecto de sorpresa en su rostro y cierto anonadamiento mira al analista admisor y dice:

“¿No sé por qué dije sola si vivo con este hijo!”

Analista: “Interesante, ¿no?”

FUENTE: Elsigma
Nota (*): son coautoras y coautores de este escrito …

. Adriana Casaretto | Inés Szpunt | Paula Rotela | Laura Bogetti
. José María Fernández | Cintia Messi | Marisa Peychaux
. Amanda Recayte | Mariana Ruggieri | Rodrigo Santillán | Liliana Rocco