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Lecturas del malestar. Introducción a la problemática

En ocasión de una visita al Brasil, en 1998, J.A. Miller desarrolla el seminario El Hueso de un análisis

De este viaje, quisiera tomar la pregunta que realiza un asistente de Minas Gerais, quien le pide a Miller si lo que viene desarrollando hasta allí (fueron dos intervenciones  y aún falta la tercera), puede conectarlo al discurso capitalista en el que “Lacan formalizó cómo el modo de pensar la relación problemática con el goce (…) ¿Cómo pensar a partir del discurso del capitalismo esa relación del sujeto con el goce?”(1)
A esa pregunta, la respuesta de Miller es, si se quiere, casi despectiva. Dice: “Debo decir que eso está bien lejos de mi pensamiento actual. Estoy intentando disecar el hueso de una cura y, de hecho, no pienso ni siquiera un poco, actualmente, en el capitalismo. Lo que voy a hacer mañana, es demostrar cómo esta conversión de perspectiva nos obliga a cambiar muchos términos que nos son familiares. Eso es lo que el propio Lacan introdujo. Estoy intentando pensar en el capitalismo, pero no veo nada nuevo que pueda agregar. (…)”(2)

Unos cuantos años después, en ocasión del Congreso de la AMP, Asociación Mundial de Psicoanálisis, realizado en la isla de Comandatuba, en Brasil también en el año 2004, aquella pregunta es el eje del desarrollo que hará J.A. Miller y que se conoce como Una fantasía publicado en la Revista Lacaniana no. 3.
Sin embargo, no deja de ser curiosa la respuesta dada en esa oportunidad, ya que ambos, J.A. Miller y E. Laurent han dado juntos un seminario donde pasan revista a la actualidad, a los significantes amo de esa actualidad en un seminario que marcó un hito respecto a cualquier lectura que se precie sobre el malestar en la cultura actualizado, que se denominó El Otro que no existe y sus comités de ética(3), en donde se encarna- a través de los síntomas de la cultura a los que allí se pasa revista la llegada al cenit del objeto pequeño a y sus efectos devastadores sobre la subjetividad.
Establezco entonces, las coordenadas cartesianas desde donde intentaré cernir algunas cuestiones.

2. Los padres ni pintan o los padres pintados
Concluye un niño de once años en sesión, al relatar un texto que trabajaban en el colegio, uno de cuyos protagonistas era  una directora capaz de castigar a los niños cuando la desobedecían encerrándolos en un pequeño cubículo en el que, de moverse,  fragmentos de vidrios los atravesarían. A mi pregunta “y ¡¿los padres?!” respondió: “los padres ni pintan”
Los padrinos mágicos, dibujo animado en un canal infantil, tiene por protagonista a un niño del que se ocupa  una niñera tan sádica como la directora del libro de lectura. Los padrinos mágicos son amigos imaginarios del niño que, con su compañía, logra tolerar el maltrato de la cuidadora. Es curioso que, en la puerta de la casa del niño, que aparece en la presentación del cartoon, estén los padres pintados.
Tal vez, lo terapéutico del acto analítico en un caso en el que fue consultada frente a las dificultades que presentaba un niño de 8 años para dormir haya consistido simplemente en lograr invertir un “acabo de jubilarme” (del hospital como cirujano), de un padre algo mayor a partir de los miedos del niño que se enuncian como “hay cosas que ni una mamá puede” (confrontarse con un pibe chorro que les había sacado la bicicleta y que frente a los gritos de la madre del chico, el pibe reaccionó con violencia, obligándola a retroceder y a esconderse a los tres damnificados: el chico, la madre del chico al que le habían robado la bicicleta y nuestro paciente, amigo del chico robado)
Podríamos localizar los efectos terapéuticos en el pasaje que va de la deambulación nocturna plena de perseguidores fantasmáticos,  a la
puesta en juego de un padre que se autoriza. (Hasta entonces, un padre jubilado y una madre compinche,  o seductora, y seducida por las “fobias” del hijo)
 
Una fantasía en Comandatuba(4)
“(…)los sujetos contemporáneos, posmodernos, incluso hipermodernos, son desinhibidos, neodesinhibidos, están desamparados, sin brújula, desorientados(…) Este objeto- es nuestra hipótesis- se impone al sujeto sin brújula, lo invita a atravesar las inhibiciones
(…)¿Estar sin brújula es estar sin discurso, es estar en el caos, ser esquizofrénico (…)?
(..) el discurso hipermoderno tiene la estructura del discurso analítico y es del orden de la convergencia, no de anverso y reverso sino de convergencia
Sólo en el psicoanálisis puro estos elementos se ordenan en un discurso mientras que en la civilización estos elementos están dispersos(…)”
Es en este contexto que puede entenderse el avergonzar del cual habla J. Lacan en el último capítulo de su seminario XVII El reverso del Psicoanálisis, al establecer que lo nuevo de la época se produce  en el desanudamiento entre la ética protestante y el capitalismo, de cuyo anudamiento da cuenta El malestar en la cultura freudiano y constituye el objeto del seminario de La ética del Psicoanálisis, de J. Lacan. El seminario 7 destaca el anudamiento entre ambos: la ética protestante como moral del capitalismo. El seminario XVII, lo que ha concluido es ese anudamiento. No hay discurso hipermoderno, en el que prevalece el empuje al goce, al consumo desenfrenado sin el desanudamiento cuyos elementos dispersos hacen de ese discurso un discurso que no es el revés del discurso del amo en tanto discurso del inconsciente, sino que el discurso de la hipermodernidad establece el éxito del psicoanálisis.
¿Qué sujeto entonces es este, hijo de padres que ni pintan? O más aún convocados sin que nada se oponga al imperio hegemónico de la pulsión de muerte desde la pantalla que hipnotiza, aquello que Guy Debord llamó “Sociedad del espectáculo?”
En Más allá del Principio del Placer Freud establecía la existencia de fuerzas externas capaces de obstaculizar  la pendiente inercial hacia la muerte, y producir lo vivo.
¿Cómo no intervenir ante aquella anoréxica cada vez más delgada, cuando -al relatar en sesión su entrevista con el nutricionista-, dice que él le describió las dificultades que se presentan en las cirugías de los cardiópatas por el exceso de lípidos (de los cuales ella se cuidaba meticulosamente, pura piel y huesos)
Aquel nutricionista le procuraba un saber funcional al cadáver que la aspiraba mientras sostenía el espejo en el que los corazones rebosantes de grasa no resistían al escalpelo que podía salvarlos. Hay convergencia entre el cadáver que la aspira y la grasa peligrosa de la que él habla; nuestra intervención, en esa circunstancia- apunta a su desanudamiento:
-Ah! ¿Qué podría sacar de usted? Está con el cuchillo esperando a sus gordos….
Se sorprende, y la despido.
Podríamos enunciar la ley de inercia que caracteriza a la primera ley de Newton.
Todo cuerpo en estado de reposo o movimiento tiende a perseverar en dicho estado hasta tanto no se le opone una fuerza igual y contraria. Es lo que Freud retoma en el plano de la subjetividad en el capítulo 5 y 6 de Más allá del principio del placer: la vida es el resultado de fuerzas externas, extrañas y perturbadoras para la tendencia inercial. Se trata de introducir una diferencia, un corte, una interrupción en el continuo moebiano fantasma realidad donde la vida es sueño.

Podemos concluir que el que llega es alguien desbordado por algún desarreglo de su goce, con retazos inconsistentes en lugar de alguna historia y, por lo general, sin ninguna pregunta. Lo que relata revela  un estado de actuación casi permanente y un intensa angustia que puede llegar hasta el pánico en los intervalos; las actuaciones son invisibles para quien las padece; la incoherencia y la yuxtaposición de situaciones solo podrán ser registradas como tales, después de un cierto tiempo, es decir, leídas.
Ubicamos allí - un real disjunto del saber- que, retroactivamente- se habrá revelado como el empuje de una frase, de un juicio, de un reproche-  del orden de lo no formulado.
La frase o el reproche que se sustrae emergen de un modo elíptico y fragmentario en los intersticios de lo que se cuenta
Ese fragmento a construir  con lo no dicho, pero no sin el equivoco y la alusión, es la clave de lo ilegible que se actúa
Los efectos de esas marcas -hasta aquí encarnadas, pueden articularse como trama sólo a partir de la transferencia, es decir que la oferta de escucha logre que las palabras hagan cuerpo…o que se despeguen del cuerpo al que parasitan

Cada  escansión hace de esas marcas, signos que se pueden leer
La transferencia es el instrumento epistemológico que ofrece alguna alternativa a la reiteración infinita, como medio por el cual  un trozo de real se conjuga a un saber y lo que hasta ese momento giraba ciego, logra detenerse.
Lo que no cesaba de no escribirse, cesa de no hacerlo. Y lo que se vuelve legible, descubre caminos menos dolorosos.
Una mujer de 37 años, empezó a obtener en su desempeño profesional un importante reconocimiento y como consecuencia de ello, el acceso a áreas donde se diseñaban políticas en el que era muy probable que fuera incluida. Su entusiasmo y su “adrenalina”, como denomino al estado de excitación en el que se encontraba, rápidamente derivaron en la consideración de las expectativas que su marido tenía en relación a esto.
Pero, se produjo un cambio de vía en su decir: Quedó unos momentos callada, y haciendo explícita la vergüenza que sentía por lo que iba a decir, mencionó que ambos solían mirar un programa en un canal erótico, a partir de lo cual el le hacia propuestas cada vez mas perturbadoras. Después de un encuentro sexual, en el que ella había llorado mucho….
Interrogue en ese punto la causa de su llanto. Ella dijo que ciertos juegos que él le proponía, incluyendo otras parejas, eran muy peligrosos. Y que podían entrar en un terreno muy resbaladizo.
¡Efectivamente!, enfaticé, ese terreno es resbaladizo,  interrumpiendo la sesión.

El terreno resbaladizo para ella es el del deseo del Otro. Si ubica en su decir un freno respecto a ese deseo que la conduce no sabe dónde,  la intervención no hace sino redoblarlo para que resuene. Un sueño anterior de ella mostraba una pasarela bastante precaria frente a una catarata por donde ella caminaba.  En cualquier momento podía deslizarse y resbalar al abismo que se abría bajo sus pies.

Cuando se alimenta el síntoma….se va hacia lo peor
Sin embargo, es posible ubicarse en un ¿por qué no ir más lejos?
Se puede sostener desde la teoría, tal como es posible leer en distintos capítulos del Manual de psicoterapias cognitivas, cuya compiladora es Isabel Caro y editado por Paidos, que cada cliente es un teórico postmoderno y que posee su propio sistema de creencias. Que existen situaciones en las cuales si alguien se construyó a si mismo como heterosexual, y aparecen deseos homosexuales, es posible que esto genere alguna dificultad, por la inconsistencia de sus creencias y de sus constructos de identidad. Por supuesto, la situación varia si alguien es más libre en la creación de sus constructos y puede abordar la bisexualidad, sin que esto le genere las mismas dificultades.
El problema que se le presenta a los autores de estos interesantes capítulos(5), es que es imposible saber de antemano con cual de estos clientes esta tratando. En el capitulo dedicado a ilustrar con material clínico la propuesta teórica, asistimos a un desencadenamiento psicótico, en vivo y en directo, mediante la intervención activa del terapeuta. Podríamos señalar que en el mundo del como si, la respuesta de lo real puede ser brutal. Y es necesario insistir sobre la responsabilidad del agente en relación a las consecuencias de lo que propugna.

Estas terapias se sostienen de un isomorfismo estructural: si la ciencia forcluye al sujeto, y el sujeto es sujeto del inconsciente, estas terapias se constituyen a partir del rechazo del inconsciente. Su consecuencia lógica es un no querer saber de la estructura que empuja a los seres hablantes a un goce del cual nada saben y que reactiva un circuito que los someterá cada vez más aceleradamente a través de la pasión del narcisismo y al uso que el mercado hace de su carácter bulímico. Reiteremos una vez mas que en el campo del como si, las respuestas de lo real, deslocalizadas, son brutales.
“Allí donde eso era, sujeto debe advenir”
El imperativo ético freudiano, localiza su campo de operación en el lugar mismo de la disyunción entre saber y real. La operación analítica  es contrariar  lo inercial de vivir en el inconsciente, e interrumpir el circuito infernal donde culpa y castigo no cesan de alimentarse.

(1) JACQUES ALAIN MILLER, El hueso de un análisis. Editorial Tres Haches. Bs.As, 1998, página 57.
(2) idem nota anterior.
(3)J.A. Miller y E. Laurent, El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Bs.As., año 2005 (correspondiente al seminario dictado en París, año 1996-1997)
(4)Revista Lacaniana no. 3, EOL, páginas 10 y 11
(5)Obra citada. Capitulo 21 y 22. El estado de la cuestión en la terapia de constructos personales. Robert Neimeyer y Gillem Feixas

Silvia Szwarc