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La angustia y las respuestas del sujeto contemporáneo*

Hablar de la angustia, es hablar del afecto primordial constituyente del aparato psíquico que ordena todos los efectos de la subjetividad y orienta en la dirección de la cura, considerándola como una oportunidad para acceder a lo real.
Sabemos, que a Freud le preocupó desde los comienzos de su investigación la cuestión de la angustia. Freud se preguntaba, de donde provenía la angustia, que la causaba y esta pregunta la sostuvo a lo largo de toda su obra, dando diferentes respuestas a partir de su trabajo en la clínica.
 Es así, como se puede ubicar su primera teoría, en la que sostenía que la angustia era causada por la represión-privación pulsional; la excitación sexual somática acumulada, al no ser tramitada vía representación psíquica, buscaba una salida transformándose en angustia.
 Desde la primera teoría a la segunda, pasarán muchos años para que Freud revierta su posición, concluyendo en “Inhibición, síntoma y angustia” diciendo, que la angustia es la que engendra la represión-privación pulsional, época en la que ya había conceptualizado la pulsión de muerte.
Lacan continuará estas lecturas en el Seminario 4, muy freudiano aún, dirá que la angustia es ante la falta de objeto, y emerge cuando esa separación no puede tramitarse en lo simbólico.
Será en  el Seminario10 de mayor elaboración en lo concerniente a la conceptualización del objeto (a) que   dirá,  “la angustia no es sin objeto”.Es el objeto, no desde su vertiente como causa de deseo, sino en su vertiente de goce que se presentifica, apareciendo sin velar, carencia de una falta; ya no es la falta de una presencia, sino, un exceso de presencia al estilo de lo umheilich que desencadenará la angustia. Aquí referirá la angustia al encuentro con el deseo del Otro, la angustia ante el enigma del Otro, afecto que no engaña, que no se desliza en la cadena significante ni se deja capturar por el mismo, y es en ese punto, que orientará ofreciéndonos la oportunidad de acceder a lo real.

Nos viene bien recordar la cita de Lacan: “mejor que renuncie, quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de la época”, y si la época es hacer un corte en el tiempo, para dar cuenta de ella y de sus características, observamos que la  actual, siguiendo a Miller, se caracteriza por la inexistencia del Otro. Es decir, no se dispone de un Otro consistente que ofrezca los significantes como antes; es la época en la que nada se quiere saber acerca del inconciente, en la que reina el trastorno y el sujeto queda reducido al individuo.
 Hoy nos encontramos con sujetos descreídos del síntoma, que privilegian la inmediatez y la economía subjetiva en sus demandas, que se encuentran  cautivados y embaucados, por una diversidad de objetos que igual fracasan al no llegar a completar la división subjetiva, empujándolos a un goce uniformado, sujetos desbrujulados de modelos identificatorios preexistentes.
Las respuestas del sujeto contemporáneo, ya no son las del sufriente por el peso del ideal, el sujeto de hoy no se interroga por su subjetividad, no presenta enigmas, N. Soria dice: “seres hablantes que no hablan con metáforas y metonimias, que no tropiezan con la una equivocación, hablan  una lengua deshabitada de lo imposible, sujetos que no se angustian, sino, que entran en pánico, que no pierden el apetito por amor, sino, que se vuelven anoréxicos, que no se confrontan con el vacío, sino que lo consumen como sustancia o se dejan aplastar por él en la depresión.”
Sabemos de la estrecha relación entre la angustia y la represión; una variable importante que tenemos que incluir, es que  el desfallecimiento de la función del Padre como operador de la castración tiene sus efectos; altera el mecanismo de represión  y es a partir de esta alteración, que observamos diferentes respuestas sintomáticas en la tramitación de la angustia, comprometiendo más bien el ser del sujeto y situando el goce por fuera de la elaboración simbólica que enlazándolo a la ley simbólica.
Como modos de respuesta, la clínica nos aporta una amplia gama: las inhibiciones, tratando la angustia vía lo imaginario, impidiendo la puesta en acto del deseo;  los casos de urgencia subjetiva, donde la irrupción pulsional deja al sujeto a la deriva, aprisionado en su propio goce y por fuera de una escena psíquica, sin un significante que lo pueda representar, conduciéndolo muchas veces a los actings out y pasajes al acto, donde se destacan los caracteres de mostración,  que llegan a  la espectacularidad aún a costa de la vida del sujeto, precipitándolo al momento de concluir elidiendo el tiempo de comprender, o bien, manteniéndolo en un tiempo de indeterminación, paralizándolo en su relación al mundo. También podemos mencionar las depresiones, las bulimias, las anorexias etc, respuestas, que ante la pérdida de coordenadas simbólicas que son las que permiten la constitución de un sujeto historizado lo dejan reducido a un puro resto.
 Seguramente a esta altura, muchos acordamos en que no se tratan de nuevos síntomas, sabemos que la pulsión siempre es la misma; la novedad hoy,  es el carácter expansivo que estos síntomas   han cobrado.
En la clínica con niños vemos, que se presentan niños angustiados y erráticos en su modo de goce, colmados y taponados por juegos virtuales, T.V, gadgets que lo ubican en una pasividad de goce autista. Se consulta por niños aburridos, desganados, sedentarios, sin límites, adictos al cyber, encasillados muchas veces con diagnósticos, cuyos síntomas son considerados como un trastorno que debe ser eliminado, ordenado y rectificado de acuerdo a una tipificación determinada, acatando la norma del “para todos” y en el menor tiempo posible.
Una vez más, el psicoanálisis es convocado a responder para aquello que fue creado, al malestar de su época, conservando su orientación y su ética, que es la de operar con y desde el deseo del analista, sin ceder al impulso homogeneizador de la época, sin intentar  restaurar un reverdecimiento de los significantes  tradicionales, sino operando bajo estas nuevas coordenadas.  Miller en Comandatuba dice: “que la práctica lacaniana, juega hoy su partida con relación a los nuevos reales de los que dá testimonio el discurso de la civilización moderna, si la política del psicoanálisis es la del síntoma, hoy se apuntará a renovar el sentido del mismo”; en el mismo texto se pregunta, si  no tendremos una nueva brújula, y dice tal vez  la nueva brújula sea el ascenso al cenit del objeto a.  Si esto es así tendríamos que pensar en  objetos ya no extraídos del cuerpo, sino del discurso de la ciencia que operan como plus de goce y donde sólo la ciencia podría acceder a un real que sería sin nosotros, del que no tendría nada que ver con nosotros.

¿Cuál será hoy  la función del analista?
 No será la de desangustiar como lo proponen otras prácticas ofreciendo el  alivio sintomático, ya que justamente, el sujeto en análisis surge de la angustia, es respuesta de lo real, por lo tanto, la función del analista, será la de inventar en cada caso las condiciones para un análisis posible, apostando a la implicación del sujeto en sus dichos, alojando al sujeto con eso que trae, intentando incluir para el sujeto un sentido en su síntoma, allí donde parece no haberlo, ir de la monotonía del  Uno a una experiencia de lo hetero, posibilitando así la emergencia del  sujeto a partir de un acto transformador.

Bibliografía
Lacan, Jacques: El seminario, Libro 10, La angustia, Paidós, Bs.As. 2006.
Laurent, Eric: “Desangustiar”, en Ciudades analíticas, Tres haches, Bs. As. 2004.
Miller, Jacques-Alain: “Una fantasía”, en Lacaniana 3, Escuela de la  Orientación Lacaniana, Bs, As., 2005
Morao, Marisa: “La tendencia actual a eliminar los síntomas”, en: Virtualia 13, Revista digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Bs. As.
Soler, Colette: “Declinaciones de la angustia”, Curso 2000-2001, Collëge. Clinique de París. Inédito.
Soria, Nieves: “La dimisión paterna generalizada. Del síntoma al trastorno”. en: Revista Psicoanálisis y el Hospital Nª30, octubre 2006.
Tarrab, Mauricio: “Producir nuevos síntomas”, en: Nuevos síntomas, nuevas angustias, E.O.L-Grama ediciones, Bs. As.2002
Tendlarz, Silvia: “La angustia en la infancia”, en: Una práctica de la época, Glaze, Alejandra (comp), Grama ediciones, Bs. As., 2005.
Trobás, Guy: “Tres respuestas del sujeto ante  la angustia: inhibición, pasaje al acto y acting out”, en Logos1, NEL-Grama ediciones, Bs. As., 2003
Laurent, Eric y otros: Nuevos síntomas, nuevas angustias, Xlll Jornadas anuales de la EOL, EOL-Grama,  ediciones, Bs.As., 2006
Area clínica: “Respuestas a las preguntas elaboradas por los grupos que han participado en el ärea clínica”.

(*) Susana Malbergier - El presente trabajo ha sido publicado en “Psicoanálisis con niños y adolescentes”, lo que aporta la enseñanza de J. Lacan. Grama. Departamento Pequeño Hans