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El practicante y El Niño generalizado

Por Silvia Szwarc

Si un joven de 20 años al ser invitado a sostener una sesión presencial, luego de la pandemia que nos confinó al espacio plano de la pantalla, responde con un inesperado: “Puedo asistir con mi mamá?”, nos hunde en la perplejidad como primera impresión y, desata un sinfín de interrogantes.

La propuesta de esta reflexión es poner al trabajo tanto la perplejidad de nuestra parte como los interrogantes que surgen frente a lo inesperado de la pregunta.

Una analizante, relataba la indignacion que había sentido, cuando se comunicó con ella una madre del grupo de mamis del what’s app del colegio de su hijo, reenviandole un audio de su hijo en tales términos, que había querido matarlo. “No es ningún santito” repetía en sesión sobre su hijo de 12 años con apariencia de ángel, al que inmediatamente le quitó el celular mientras su hijo, descubierto en los insultos que había proferido, se refugiaba gritando y llorando en la terraza de la casa, cerrando la puerta ante la desesperacion de sus padres.

La analizante estaba horrorizada ante el lenguaje soez e irreconocible de su hijo. Cómo era posible repetía una y otra vez, ante quien se le volvía repentinamente, un extraño?

Y el padre?, preguntó la analista, no es mejor que él se entienda con el hijo?

Luego, la ira que había concluido en esa catarata soez e inesperada por parte del chico, encontró una explicación (si bien no justificaba las guarradas que había dicho), hizo una observación ante la cual, la madre se apaciguó

“Yo nunca, de haber recibido algo como lo que yo dije, te lo hubiera mostrado...qué soy un nenito de mamá?”
“ yo lo hice entrar al grupo porque nadie lo aguanta, y me llamó para decirme, muerto de risa que quedé afuera! Es un imbecil!”

Por qué pongo en paralelo estas dos- llamémoslas viñetas- ?

Porque nos permiten poner de relieve una diferencia, en cuanto al “niño generalizado”.

El de la primera, nos trae un joven que, pandemia mediante, pero con antecedentes, siente una angustia incontrolable, ataques de pánico cuando debe salir de su casa para encontrarse con amigos, ir a un secundario mucho más exigente y cambiar de compañeros, lo que lo lleva a retroceder una y otra vez.

Un padre al que teme parecerse, desde la mirada y el decir de la madre que no cesa de denostar al padre, y un espejo que le devuelve al hijo, una imagen de si reducido a la insignificancia, cuando no a la descalificación constante y al interrogante angustioso referido a su ambigüedad relativa a su posición sexuada.

El practicante, advertido de la fragilidad estructural, opera con extremo cuidado, invitándolo a ocupar un espacio propio, apostando a que ciertas ensoñaciones engrandecedoras, encuentren alguna via de concreción viable, capaces de dibujar alguna salida posible al destino de fetiche de la madre.

Una vez más verificamos en este caso, cómo se desdibuja la función paterna y su captura por el goce de la madre.

La viñeta que pusimos en paralelo, por el contrario, muestra lo extraño que se le vuelve el hijo a la madre cuando entra en la pubertad: las palabras del niño “jamás te hubiese contado nada de las peleas entre nosotros”, traducen ese proceso de extrañamiento y la no captura del niño por la madre tanto como se puede verificar por la pregunta: acaso soy un nenito de mamá?, dicho con desprecio y orgullo simultáneamente.

El insulto, la guarrada, recae en la posición sexuada del otro que por su accionar (llamarlo y avisarle con satisfacción que quedó fuera del grupo al que aquel lo hiciese entrar) generan la furia del – hasta entonces- un angelito, y a partir de allí, un increíble hulk.

Esta explicación que tranquiliza a la madre, se produce luego de la conversación entre el niño y su padre.

De alguna manera, hay una gran diferencia entre la reacción del padre y del abuelo, frente a la fechoría del niño, (que, recordemos, otra madre denuncia a nuestra analizante), y la indignacion de esta.

Conclusión: entre los 20 años del protagonista de nuestra primer viñeta y los 12 del segundo, lo que podemos verificar es la puesta en juego de la existencia o inexistencia del Nombre del Padre en la estructura y sus efectos en la clinica.

 

Silvia Szwarc. Docente Causa Clínica.